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Estudian Trata de niños en centros de cuidado

Lugares que en vez de brindar apoyo, convierten a niños y niñas en víctimas de trata y otros abusos.

19-10-2020

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

En 2009, 2014 y 2017 los medios de comunicación mostraron historias del maltrato y explotación que sufren los infantes que viven en centros de asistencia social. Casitas del Sur, la Gran Familia y la Ciudad de los Niños eran lugares que se ostentaban bajo el cobijo de la asistencia social para niños, niñas y adolescentes, pero en lugar de brindar apoyo, convirtieron a sus internos en víctimas de distintos tipos de abusos.

En estos centros se pudieron documentar múltiples casos de niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual, mendicidad forzada y adopción ilegal, aspectos que forman parte de lo que se conoce como trata de personas. Esta última, en nuestro país, incluye además la explotación sexual y laboral, la inclusión de infantes en actividades delictivas, el matrimonio forzoso o servil, los trabajos o servicios forzosos y la esclavitud.

La trata de personas es considerada un delito que transgrede la dignidad y los derechos humanos. Asimismo, de acuerdo con el protocolo de Palermo, es la captación, el traslado, el transporte, la acogida de personas por medio de la seducción, la violencia y/o la coacción, cuyo objetivo es la explotación humana.

La maestra Carmen Gabriela Ruiz Serrano, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, puntualiza que aunque por lo general se ha vinculado el tema de la trata de personas con la explotación sexual, distintos estudios que se han realizado muestran que también hay una estadística importante que apunta a la explotación laboral como un brazo más de este fenómeno.

Problemática en centros de cuidado

Dentro de la Escuela Nacional de Trabajo Social se lleva a cabo el proyecto Problemáticas de la niñez en el México contemporáneo, que entre otros aspectos estudia el fenómeno de la trata con fines de adopción ilegal, mendicidad forzada, explotación sexual y/o laboral ejercida en contra de niñas y niños acogidos en centros de cuidado alternativo.

Estos centros antes eran conocidos como Casas Hogar y hoy la Ley General de los Derechos de las Niños, Niñas y Adolescentes los enmarca como Centros de Asistencia Social (CAS). La maestra Ruiz Serrano explica que el trabajo que ha realizado en este proyecto forma parte de su experiencia operativa con niños y adolescentes que son parte de ellos.

Su labor parte de estudiar lo que se conoce como niñez situada, es decir, aquellos niños que han vivido las primeras violencias dentro de su familia, la cual debería de ser un espacio seguro donde construye sus primeras relaciones vinculares, sin embargo, es ahí justo donde han encontrado condiciones de maltrato que los han obligado a dejar este vínculo, motivo por el cual se incorporan a un centro de cuidado alternativo a cargo del Estado.

  • Las condiciones de pobreza, abuso sexual y psicológico, el abandono, la orfandad y el rechazo familiar son motivos por los cuales los niños y niñas llegan a los centros de asistencia social (UNICEF)

En noviembre de 2019 la Comisión Nacional de Derechos Humanos señaló que aproximadamente 30 mil niñas y niños se encuentran albergados en centros de cuidado alternativo. Del 100% de estos centros, 85% son de carácter privado (fundaciones, organizaciones de la sociedad civil), aunque no necesariamente trabajan sólo con recursos privados, sino que también cuentan con recursos públicos para operar, y 15% está a cargo directo de las estructuras gubernamentales.

La investigadora destaca que en los centros públicos la cifra de niñas y niños que viven dentro de los CAS es incierta, porque en la actualidad no se cuenta con un registro fidedigno de número de infantes internos, además de que existe una supervisión inadecuada de estas instituciones de cuidado alternativo, lo cual deviene en casos notorios de abuso y negligencia.


Niñez vulnerable

Como parte del trabajo que lleva a cabo la maestra Ruiz Serrano para conocer la situación que viven los niños y niñas en dichos centros, ha realizado un mapeo de estos sitios recuperado diferentes registros y detectado condiciones muy complejas como la mendicidad forzada, las adopciones ilegales, la explotación sexual y laboral, así como una invisibilización de los mismos.

Explica que aunque la trata de personas es un fenómeno que se ha estudiado desde distintos ámbitos académicos y jurídicos, la visión que aportan áreas como la socioantropología ha permitido entender que va más allá de un delito y alude más a la mercantilización y cosificación del cuerpo, pues hoy en día no sólo es visto como un tema de explotación o de esclavitud humana, sino de uso del cuerpo como si fuera un objeto.

“En un modelo económico neoliberal que permea las relaciones sociales y que determina la manera cómo las personas se relacionan todo es mercantilizable, todo es intercambiable y esta situación nos ha llevado a reducir a las personas a una calidad de objeto”, destaca.

Como ejemplo apunta a las adopciones ilegales, pues en ellas hay un intercambio, una venta de un niño, sin contar con los requisitos legales para poder hacerlo. Situación que se ha vivido en los CAS, sin embargo, aún no se han logrado generar condiciones favorecedoras para el cuido y supervisión de éstos.

“Hay un imaginario colectivo que supone que cuando los niños ingresan a estos centros lo hacen de manera transitoria, que están siendo bien atendidos porque los llevan a la escuela o les dan de comer y además hay una minusvalía adjudicada dado que se piensa pobrecitos niños huérfanos. Pero estos discursos se alejan mucho de la realidad, sobre todo porque las niñas y los niños que viven dentro de los CAS frecuentemente tienen familia y desafortunadamente no pueden ser reintegradas a éstas por diversas condiciones.”

Aunado a esto las condiciones de vulnerabilidad, factores de riesgo como la violencia, la pobreza o la marginación juegan un papel importante en el fenómeno de la trata de personas, ya que se ha visto que ser víctima de trata también está relacionado con nuestros contextos y condiciones personales, familiares y comunitarias.

La investigadora destaca que se sabe que cuando las niñas y los niños son expuestos a condiciones de maltrato la forma en cómo se viven y perciben el mundo se transforma, tienen niveles muy altos de estrés y experimentan un cambio en su estructura cerebral, lo cual difícilmente podrá revertirse.

Por ello, concluye que las y los trabajadores sociales han encontrado, a través de la experiencia, la necesidad de generar condiciones adecuadas de seguridad y de cobijo, pero sobre todo de restitución de los derechos para estos niños y niñas, aunque es necesario hacerlo y prevenirlo desde sus contextos familiares y comunitarios.


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